Fabio Nahuel Lezcano
[404 págs.] JPM Ediciones, Valencia, 2015.
Cuando se hace crítica, se tiene que hacer crítica. Este libro ganó la primera edición del Premio de Novela Negra Cosecha Roja convocado el año pasado y otorgado y publicado éste. Lo compré por expresa y personal recomendación de Miguel Fuentes, con quien confieso bastante sintonía en gustos relacionados con el género criminal (o si lo preferís, negro). Por eso no es de extrañar que la recomendación conjunta de Cosecha Roja, Burma y Negra y criminal de este mes recaiga en un libro de la editorial Sajalín, cuyo trabajo coincido en elogiar: Los reyes del jaco de Vern E. Smith. Pero Crímenes apropiados no tiene propio de una buena novela ni el título… Es el típico libro que sólo se parece mucho a un buen libro.
El argumento nos lleva la Argentina de la dictadura (durante la época dura de las desapariciones y las torturas y al final, en la más blanda del retorno a la democracia) a través de unos personajes cuya crueldad hace empalidecer a Fumanchú y al Doctor No, mancomunados (y no exagero, adoptar hijos de desaparecidos para salvarlos del comunismo ya es fuerte, pero para lo que lo son aquí es una vuelta de tuerca que cuesta tragarse). Militares y financieros (en este caso de los medios de comunicación), son los malvados prototípicos de toda novela negra argentina que se precie (al igual que en España si no sale algún viejo fascista, meapilas, financiero o ex miembro de la político-social en el círculo del crimen, parece que la cosa no se tenga en pie). La pena es que la prosa no tiene mala hechura si difuminara un poco sus costuras. Y es que moviliza recursos ambiciosos: alternancia de voces narrativas en los diversos capítulos (y de recursos gráficos como el uso de versales cuando hablan los malos principales), uso de iniciales seguidas de punto al estilo kafkiano para designar a los personajes clave, trama entrecruzada a base de episodios muy rápidos junto a otros muy subjetivos, historias dentro de historias… Habría casi que tomar notas para no perderse, pero cuando un libro se vuelve fatigoso (y demasiado previsible) solo hay una cosa que hacer y no es tomar notas precisamente. Hacía tiempo que no me había pasado con una novela criminal, no tanto con una de esas novelas negras recientes.
Me pregunto cómo habrán sido las novelas que no ganaron el premio, salvo que una lectura apresurada del jurado se hubiera dejado seducir por un libro que se parece mucho a un buen libro.