PERSONA

Erik Axl Sund (Jerker Eriksson & Hakan Axlander  Sundquist)

[403 págs.] Random House, Barcelona, 2015.

El nordic noir está acabado. Ese es el título que sería perfecto para esta reseña crítica si fuera necesario buscar uno. Y sería una pena de título porque, dejando aparte lo tonto de esa etiqueta de nordic noir, la novela criminal escandinava fue la que sentó el patrón clásico de la actual novela policial europea desde que Maj Sjöwall y Per Wahlöö publicaron entre 1965 y 1975 sus diez novelas policiacas clásicas, en particular las dos primeras: Roxana y El hombre del balcón. Estremecedoras, pero al mismo tiempo sin horrores gratuitos y con un tono y un tempo verosímiles y ajustado al realismo del género.

Siempre he admirado y disfrutado con el mejor discípulo de estos dos pioneros, Henning Mankell, y ello pese a que varios de sus argumentos son más que discutibles (La leona blanca o Los perros de Riga, por ejemplo), y también me he rendido ante la amarga sobriedad del islandés Arnaldur  Indridason. Todavía peor, me confieso adicto a Jo Nesbo (adicción en vías de curación desde la lectura de El muñeco de nieve y confirmada por la de su primera novela El Tigre, que más valía no haber traducido) y reconozco haber disfrutado de la trilogía algo esperpéntica de Stieg Larsson (Los hombres que no amaban a las mujeres) porque la agilidad narrativa disimulaba bien los descosidos argumentales. Y para rematar, aún rescataría a otros dos muy poco conocidos escritores de este rincón europeo del género criminal: Johan Theorin y su muy personal Cuarteto de Öland y Jens Lapidus y su Trilogía de Estocomo, tan diferentes entre sí en todo salvo en la calidad. Pero con Äsa Larson me bastó una sola de sus novelas, Aurora Boreal (aunque reincidí con la segunda, Sangre derramada), para saber que el barco escandinavo estaba acercándose a aguas peligrosas, a los bajíos del sensacionalismo y los arrecifes de la violencia morbosa. De hecho, tanto Stieg Larson como Jo Nesbo ya habían abusado de singlar esas aguas. Por eso ni siquiera ojeé a Camila Läckberg…

Ahora, dos músicos reconvertidos a escritores, Jerker Eriksson y Hakan Axlander  Sundquist, botan una nueva barcaza en las mismas aguas sangrientas: un thriller con asesinatos, violaciones, mutilaciones e infanticidios, inicio de una trilogía que ya ha vendido un millón de ejemplares.  En sus propias palabras: «La novela es más personal de lo que se pueda pensar. Por supuesto, no somos asesinos en serie, pero la historia sale de nosotros mismos y de nuestro círculo más cercano… Cuando empezamos a escribirla, no era un novela negra, era una terapia para nosotros». ¡Uf! Tamaña presentación (de la que les ahorro la idea de lo que es una novela negra que tienen nuestros dos bardos metidos a rapsodas) hace que se tengan expectativas de alguna sórdida historia real como base del argumento, que puede resumirse así: La psicoterapeuta Sofia Zetterlund está tratando a dos pacientes fascinantes: Samuel Bai, un niño soldado de Sierra Leona, y Victoria Bergman, una mujer que lucha para hacer frente a un profundo trauma infantil ocasionado por los abusos paternos… Tienen el mismo problema: trastorno de personalidad múltiple. Entonces, un joven es encontrado muerto en un parque de Estocolmo con muestras de terribles abusos. La inspectora Kihlberg y la terapeuta Zetterlund tendrán que tratar de resolver el crimen. [http://www.lecturalia.com/libro/93062/persona]

Bueno, caí en la trampa (alguien que me aprecia me regaló el libro para mi cumpleaños), lo leí y confirmé mi opinión acerca de los escritores expertos en música electrónica y de la definitiva ruina del nordic noir en semejantes rutas. Y voy a ser más duro todavía para evitar tentaciones morbosas: ¿alguien puede creer que una psicoterapeuta puede tratarse a sí misma y ser una terrible asesina en serie sin enterarse, la pobre, por tener personalidad múltiple? Pues eso.