YO, ASESINO

Antonio Altarribaasesino_portada

[134 págs.] Norma Editorial, Barcelona, 2014.

No suelo leer cómics. Cierto que fui aficionado a ellos muchos años, cuando se llamaban tebeos o historias gráficas, desde los tiempos de El Capitán Trueno al Mutants World de Richard Corben, pasando por los inevitables superhéroes de Marvel, Tintines y Asterix…, aunque entre el magnífico Arrugas de Paco Roca y otros recientes cómics, como sin ir más lejos este de Antonio Altarriba, no descarto que vuelvan a atraparme.

Contra la extrema obviedad de título y motivo de portada, me sorprendió esta historia por su originalidad y su ambición. El arranque es potente: un profesor de Arte de la Universidad del País Vasco, Enrique Rodríguez, se confiesa un asesino movido por el puro placer del asesinato, mata de improviso y a continuación pronuncia una conferencia sobre el “arte de la crueldad” en la que defiende la naturaleza despiadada del arte como una seña de identidad, una constante, del arte de occidente, casi siempre al servicio del poder… Y no existe ninguna referencia en todo el libro -en el discurso del ilustrado asesino- a Thomas de Quincey y su famoso “Del asesinato considerado como una de las bellas artes”. Algo que no puede ser olvido sino rechazo del tópico, lo cual es muy de agradecer. El protagonista no asesina por interés o pulsión, sino con fría deliberación, casi por deporte. El guión de Antonio Altarriba no esquiva las realidades (o mejor llamarlas miserias) políticas de la universidad vasca, con sus apóstoles de la identidad y las envidias y rencillas propias del narcisismo universitario, al revés, utiliza todo ello y lo hace con brillantez como contexto de las atormentadas acciones y reflexiones de nuestro peculiar personaje, de forma, que conforme avanza la acción, ésta resulta no solo coherente con sus puntos de partida (es decir, verosímil) sino además descarnadamente realista, hasta el extremo de que determinadas circunstancias obligarán al profesor asesino a traicionar la pureza de su móvil para sobrevivir.

Como dice Jesús Játiva de forma clara y concisa: “Yo, asesino no trata únicamente del asesinato. Altarriba se mete muy de lleno en el papel del protagonista y por eso mismo lo asemeja a su propia situación (recordemos que Altarriba es profesor de literatura francesa en la universidad del País Vasco): al igual que Enrique busca el arte en el asesinato, Altarriba lo busca creando un guión cruel y sincero sobre las posibilidades de matar. Además, la obra proporciona un contexto a todo lo que rodea al asesino y al asesinato: el nacionalismo vasco, las relaciones familiares y la ambiciosa carrera de ascensión y las luchas intestinas que llevan a cabo todos aquellos que buscan un puesto mayor en su carrera, en este caso la universitaria. Por su parte, los lápices de Keko casan a la perfección con la truculencia de la historia: el blanco y negro sin grises y la aparición del rojo para la sangre”. [Reseña zona negativa]

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