Algunos escritores parece que se hicieran con una patente de corso que rezara así: «Pase lo que pase y haga lo que haga, lector, tú sabes que te voy a gustar porque tengo que gustarte, porque toca el hecho de que es bueno hacerlo y todos esperan de ti que te guste, así que te gusto y te seguiré gustando y punto, y el resto de escritores que se busquen la vida y que gusten o no gusten, debe traérnosla al viento».
Y ese es el caso e Manuel Vázquez Montalbán, como ya dije, uno de los maestros del arte de escribir y de un género, el criminal, que personalmente jamás creyó que se escribiera en serio en España, y que él empezó a escribir según confesión propia por una apuesta algo beoda con su editor y amigo José Batlló, para librarse a sí mismo y a los lectores de ese callejón sin salida que era la literatura seria de vanguardia española en los años setenta. Y pese a algunas inconsistencias argumentales y la estudiada inconsistencia ontológica de su protagonista, Carvalho -no más graves que las de otros muchos escritores contemporáneos-, Tatuaje os gustó a casi todos, incluyéndome a mí, maldita sea.
Pues bien, en nuestro próximo club vamos a reincidir con otra de las novelas de Vázquez Montalbán: «Los pájaros de Bangkok», tal vez la más lograda y que recuerdo me pareció magnífica y me rindió a sus pies hace treinta años. Vamos a ver qué tal resulta treinta años más tarde.