Dicen que rectificar es de sabios y, aunque renuncio a tamaña aspiración, voy a rectificar algo importante para nuestro próximo club. Ello es fruto de mi documentación en torno a Horace Mccoy, escritor que aunque me impactó cuando lo leí, todavía he seguido calificándolo como autor menor o menos importante que coetáneos suyos, como el mucho más conocido James M. Cain, con su famosa novela (y película) El cartero siempre llama dos veces. Además, tanto Mccoy como Cain merecen ser leídos y comentados por separado. A fin de cuentas, nos encontramos con dos escritores que nacen en los años noventa del siglo XIX y aunque mueren en 1955 (Mccoy) y en 1978 (Cain), escriben sus mejores novelas en los años 30 y 40, y absorben ese mundo terrible de los años de la depresión, al menos lo suficiente como para escribir las obras más prototípicas del género criminal americano.
Ya hablaremos de las peculiaridades de Cain, Mccoy es tal vez el escritor más ignorado y olvidado por la crítica y los editores norteamericanos, y se vio obligado a trabajar de guionista haciendo un trabajo que aquí conocemos como de «negro». «Tuvieron que pasar 40 años -nos dice el traductor de la versión española de Los sudarios no tienen bolsillos– desde sus primeras publicaciones para que los nuevos críticos norteamericanos revaluaran su trabajo. Foster Hirsch calificó su obra como la «de un contenido social más preciso» de toda la literatura hard-boiled; O’Brien situó sus libros en «el centro de la narrativa negra»; Saturack descubrió sus novelas como «brillantes», llegando todos ellos con 20 años de retraso al reconocimiento que al trabajo de McCoy habían otorgado en Francia personajes como Jean Paul Sartre o André Malraux». Ya sabéis de la mano de quién conocieron estos últimos las obras de Mccoy, de la famosa Sèrie Noir de Gallimard.
De hecho, uno de los elementos clave que caracteriza para muchos españoles a la «novela negra» -concepto en el que he insistido mucho que no creo- es su contenido de crítica social y, pese a que siempre he creído que este elemento es vasallo del realismo que caracteriza y es sustancial al género, en Horace Mccoy si hay algo que resulta patente es su mirada acerca de la violencia como fruto de la marginación económica y de la opresión social, algo que no es necesario discutir con sólo recordar la trama de su novela más famosa: ¿Acaso no matan a los caballos?, gracias a la película de Sydney Pollack, Danzad, danzad, malditos.
Nuestro autor elegido es por tanto Horace Mccoy, y como sus novelas son relativamente cortas, en lugar de agobiarnos con dos autores y dos novelas diferentes, leeremos dos de sus mejores obras: ¿Acaso no matan a los caballos? y Los sudarios no tienen bolsillos. Espero que profundizar en este escritor nos permitirá descubrir una vez más que apartarse de la senda de los más famosos siempre nos aporta sorpresas y revelaciones interesantes.
Os espero a todos en nuestro siguiente club de lectura, que será el miércoles 8 de febrero.